Las redes sociales están infestadas de bots que inflan la representatividad de la derecha más violenta y rancia. Pero no hay que engañarse: el gobierno de Milei, sacando los bots y los funcionarios, aún tiene un margen de apoyo en una parte importante de la población.
Los datos concretos no parecen dar sustento alguno a semejante persistencia.
En los primeros cuatro meses, los salarios se derrumbaron un 28,8%, desde diciembre pasado la actividad económica cayó un 5,1% y el desempleo en el primer trimestre subió al 7,1%. Todo esto en un contexto en el que la producción y el consumo se derrumbaron en niveles sin precedentes: los datos oficiales indican que la producción manufacturera fue en mayo último un 14,8% menor que un año antes mostrando retrocesos en todos los rubros, y los primeros indicadores que se conocen de junio muestran que la debacle continúa. Los mismos datos oficiales confirman, también, que la desigualdad en el país creció a un ritmo sin precedentes: en apenas 3 meses de gobierno, la desigualdad en la distribución de ingresos volvió a niveles de 2008, según muestra el sitio Chequeado.com en base a datos del INDEC.
Muches hemos tratado de discutir con alguno de los apologistas del poder actual, resultando claro que la actitud que domina en ese colectivo individualista es diferente a la que poco tiempo atrás hubiera resultado plausible. Los integrantes de este conjunto, aunque presente sus heterogeneidades, se caracterizan por expresarse de manera soberbia y sin atenuantes. Se sienten habilitados por quién sabe qué bendición para decir lo que les parezca y hacerlo de modo petulante, convencidos -al parecer- de haber proferido una Verdad Incontestable que humilla a su interlocutor eventual.
De Pandora y su vasija
La llegada de Milei al poder terminó de consolidar un cambio en el discurso público que se fue instalando en los últimos años, no sólo en la Argentina, que fue volviendo tolerable -y hasta digna elogio- una sarta de tópicos retrógrados, machistas e individualistas que antes hubieran permanecido rigurosamente bajo la alfombra.
La elección de Milei, con los discursos del propio presidente junto a sus operadores y propagandistas, reveló que las posiciones autoritarias y maniqueas tenían una base de apoyo que quizás no estaba visible en la superficie.
En cierto modo, aunque hubiera signos sugerentes del flujo subterráneo de ideologías ominosas, la efectivización del triunfo del economista empelucado actuó como la apertura de la Caja de Pandora, aquel personaje de la mitología griega convertida por Zeus en la portadora de una vasija -devenida con los años en caja- de donde saldrían todos los males que aquejan a la humanidad.
Por dispuesto que esté uno a aceptar que hay gente abyecta, egoísta y/o garca, sigue siendo difícil entender cómo a esta altura toda una especie o subgénero de ciudadanos se mantiene dispuesto a defender algunas cosas, como:
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- La entrega abierta y descarada de minerales y bienes comunes del país, viabilizado por el flamante el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones), que les da ventajas impositivas a los más poderosos del mundo para que exploten y se lleven recursos sin dejar prácticamente nada a cambio. Cabe decir que a las PyMEs y otras entidades productivas locales no se les ofrece ningún incentivo para su labor. Por si fuera poco, el mismo RIGI habilita a que los eventuales conflictos se diriman en cortes extranjeras, una entrega de soberanía que tampoco redundará en algún beneficio para la gran mayoría de aplaudidores oficiales.
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- La baja de impuestos a los más ricos, reduciendo las cuotas de Bienes Personales, al tiempo que vuelve a cobrar impuesto a las ganancias a quienes perciben ingresos menores a dos canastas básicas. Además, el mismo político que aseguraba en 2021 que se cortaría un brazo antes de subir impuestos, dispuso en mayo pasado el aumento de impuestos sobre los combustibles, que paga toda la población afectando sobre todo a sectores de menores ingresos. Las dádivas a los más poderosos contemplan, también, un generoso blanqueo de divisas, aún si eventualmente provinieran de delitos a gran escala, perdonando -de mínima- los tributos que deberían haber entregado al Estado argentino.
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- Los gastos abusivos del presidente y de varios funcionarios en medio de la malaria extrema de gran parte de la población. Repasemos algunos datos: el subsecretario de Vocería y Comunicación, Manuel Adorni, cobra por provocar y mentir ante los medios un sueldo de Secretario de Estado, que en abril pasado fue de $1.700.000 de bolsillo según reconoció él mismo, habiéndose dotado -además- de un numeroso plantel de funcionarios adeptos muy bien pagados. Los viajes de Milei, en tanto, ya habían sido 11 al 18 de julio pasado, gastando en los primeros 5 la friolera de u$d 218.000, según constató Chequeado.com. También corresponde valorar que viajes costeados con fondos públicos (“con la nuestra”, dirían ante gobiernos anteriores) se realizaron principalmente para cumplir caprichos presidenciales o promover un movimiento global regresivo, sexista, represivo y xenófobo.
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- La reivindicación periódica de los crímenes cometidos por la última Dictadura, probados sobradamente en decenas de procesos judiciales y conocidos en todo el mundo. Esa simpatía con los genocidas viene de la mano de la exaltación de la política de Videla, Martinez de Hoz, Bignone, Viola y cía: liberalismo económico, facilidades para el aprovechamiento extranjero de recursos nacionales, endeudamiento, sujeción a los intereses de Estados Unidos y represión de toda expresión opositora. En gobiernos anteriores también hubo funcionarios simpatizantes de los genocidas, pero no habían llegado a contar con un grupo de dirigentes de alto rango que los visiten, como ocurrió con 6 legisladores de La Libertad Avanza, quienes fueron al penal de Ezeiza a visitar a Alfredo Astiz, Antonio Pernías, Raúl Guglielminetti y otros altos jerarcas de la Dictadura que hoy purgan penas por delitos de lesa humanidad.
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- El papel lamentable, rastrero y frecuentemente delirante que el gobierno argentino juega en el plano internacional. Lo muestra el voto de Argentina contra el ingreso de Palestina a la ONU, postura adoptada sólo por 9 países países encabezados por Estados Unidos e Israel, y que reúne a la Hungría del ultraderechista Orban, Chequia (república Checa), Papua Nueva Guinea, Micronesia, Palau y Nauru. Estos 3 últimos son pequeños territorios insulares de Oceanía. Anteriormente, en el mismo órgano internacional, la representación argentina se había alineado en la nómina de abstenciones ante el pedido de alto el fuego humanitario en la región. Así el gobierno se pone del lado de los crímenes masivos de niños en Gaza. Es cierto que los principales medios eluden el tema o se limitan a ubicar a Israel como víctima del terrorismo, sin mencionar las atrocidades que el gobierno de Netanyahu perpetra en territorio palestino. Pero es difícil que los fans del gobierno no tengan idea alguna de la masacre de civiles. Es evidente que no les interesa o que directamente la apoyan.
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- También en los foros internacionales la delegación que habla en nombre de todes nosotres se apunta papelones una y otra vez. Por ejemplo, la embajadora ante la OEA (Sonia Cavallo, hija del múltiple y tristemente célebre ex funcionario de la Dictadura, el menemato y De la Rúa) planteó que en documentos de ese organismo no se hiciera referencia a la violencia de género. Tal postura asombró a las representaciones de los demás países, incluso varios que están muy lejos de contar con agendas de género.
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- La negativa a repartir alimentos que están desde hace meses en depósitos del gobierno, a pesar de la situación de hambre que atraviesan muchísimas familias. Los funcionarios mintieron, se desdijeron e incluso se negaron a responder requerimientos judiciales. Al parecer, los apologistas prefieren la inanición de multitudes antes que la atención más básica de necesidades. Insisten en objetar (o incumplir) las decisiones judiciales, valiéndose en la práctica de discursos como el de Diego Kravetz -Secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires-, para quien darle de comer al hambriento es acomodarlo en la pobreza.
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- Los despidos de trabajadorxs que llevaban muchos años en sus puestos cumpliendo tareas de relevancia social. Algunos ejemplos son los de Agricultura Familiar que colaboraban en el territorio con comunidades y productores pequeños, muchas veces poniendo de su bolsillo y hasta su propia movilidad para cumplir con sus tareas; o los del SENASA, controlando que los alimentos que se distribuyen sean aptos para el consumo humano; o quienes atendían casos de trata, de violencia contra las mujeres, problemáticas de desigualdad de género; y muchos etcéteras. Los aplaudidores no sólo justifican los despidos, sino que los festejan, como si trajeran algún beneficio para ellos. El contradictorio colectivo individualista reproduce y apoya las burlas de los funcionarios contra quienes se quedan sin sustento para sus familias.
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- La serie creciente de insultos que profiere Milei contra periodistas, artistas, economistas y cualquier persona que tenga alguna notoriedad pública y manifieste críticas contra su gobierno. Este es quizás el menos extraño de los puntos enumerados, porque es evidente que la actitud pendenciera del presidente audodenominado libertario es representativa de un sector de la sociedad cuya bilis discursiva se exacerba en las redes sociales.
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- El negacionismo sistemático del Terrorismo de Estado, de las opresiones y discriminaciones diversas que sufren mujeres y disidencias, dos derechos básicos de los pueblos indígenas, de la importancia de las vacunas para mantener a raya enfermedades infecciosas, y del rol igualador y protector que le compete al Estado en una jungla impulsada por el lucro, donde un puñado de actores tiene todas las de ganar y la fuerza para someter al resto.
¿Hasta cuándo?
Es cierto que las estadísticas no son un tema de conversación cotidiano, ni suelen constituir trending topics en las redes sociales. Tampoco llegan fácilmente al “gran público” las causas de corrupción que involucran a personal Libertario, o los gastos desatinados del poder ejecutivo. Pero también es cierto que la debacle no necesita de estudios para percibirse en los bolsillo, en cada compra de mercaderías, en cada boleta de gas o de luz, en el precio del boleto del transporte, etc.
Se puede considerar también que la sarta de desaguisados del presidente y su entorno sólo circulan en un público limitado, ya que los medios más grandes e influyentes mantienen un silencio de sepulcro sobre muchos de estos temas.
Aún así, a algunes no deja de sorprendernos la intolerancia y la indiferencia que sirven de apoyo al gobierno actual.
No hace falta caer en un materialismo reduccionista para imaginar que la adhesión al gobierno de la mezquindad organizada va a tender a reducirse en la medida en que las condiciones de vida concretas de la población siga empeorando o manteniéndose en niveles insostenibles. Si el paraíso del mercado no empieza dar respuestas tangibles en un tiempo finito y próximo -algo que ese tipo de políticas no logró nunca en parte alguna-; si no da aire para que la gente pueda comer, vestirse y prender la luz en simultáneo sin una sesión previa de aritmética doméstica; si no logra asegurar techo, comida y salud a las mayorías… ¿hasta cuándo culpabilizar a gobiernos anteriores o a enemigos fantasmales e invisibles será suficiente para compensar la amargura de una vida material sensiblemente deteriorada? ¿cuánta privación, cuánto hambre, cuánto desamparo, cuánto atropello seguirán soportando?
Quienes vivimos de nuestro trabajo, quienes sostenemos y movemos la economía real y concreta del país, somos también quienes podemos poner freno a los mayores desatinos. Es verdad que el desprestigio (bien ganado) de la burocracia sindical torna más difícil emprender reclamos encabezados por la clase trabajadora, pero cada vez son más los sectores de trabajadorxs que adoptan medidas de fuerza (Aceiteros, Neumáticos, Docentes y nodocentes de las universidades, Estatales, etc.) y proliferan movilizaciones por demandas puntuales, desde los reclamos contra la criminalización de la protesta hasta la exigencia de justicia para el niño correntino Loan, cuya desaparición se produjo el 13 de junio último en circunstancias que abren serios cuestionamientos a los poderes provinciales y federales.
Es posible que el hartazgo emerja de manera explosiva en un futuro aún incierto. Pero para que no hagan falta tantos héroes ni milagros (parafraseando a Serrat), se precisan acuerdos mínimos y amplios de hacia dónde debe ir la sociedad para salir de la profundidad de la pesadilla actual.
Amén del muy buen inventario (parcial) de estos meses de gestión de LLA, siempre da vueltas esa pregunta, en torno a esa capacidad (o necesidad) de tolerancia que tenemos las clases populares y cómo perforar esa inercia que parece agudizarse.