Milei y las versiones del fascismo

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“Fascista”. “Facho”. Las palabras nos salen solas de la boca cuando escuchamos a Milei agredir o amenazar opositores, mujeres, disidencias o minorías; cuando los funcionarios se burlan de despedidxs o jubiladxs agredidos por la policía; o cuando se ufanan de haber asesinado a un laburante, como ocurrió con el bagayero baleado en Orán, Salta.

Más allá de ese impulso, se ha abierto hace un tiempo un debate sobre el carácter fascista o no de Milei, de su gobierno y de su régimen. No se trata de un debate puramente académico: calificarnos puede ayudar a tomar antecedentes, ejemplos de la historia, que ayuden a diseñar maneras de resistir y enfrentar a un gobierno que -más allá de los adjetivos- está sumiendo en la miseria a una parte importante de la población mientras desguaza y regala recursos soberanos: desde la ciencia , la salud y la educación, hasta minerales, bosques, territorios y ambiente.

No hay una definición de fascismo universalmente aceptada. Hay quienes limitan el término sólo a quienes cumplen con una lista de características, quienes sólo lo consideran aplicable en contextos históricos bastante precisos, y quienes expanden el alcance hasta cualquier sistema autoritario o represivo.

Entre las miradas que niegan el carácter fascista del gobierno, podemos citar:

¿Es o no es?, esa es la cuestión. El artículo de Mario de Casas en El Cohete a la Luna, aborda la cuestión a partir de un repaso histórico y la caracterización de la situación actual. Para el autor, a MIlei no le cabe la calificación porque no ha “establecido un Estado totalitario en el que se concreta e institucionaliza la ideología fascista”. En cambio, prefiere denominarlo como un “autoritarismo reaccionario y cipayo”.  De Casas toma en cuenta que el fascismo puede tener formas distintas en distintos lugares (citando a Georguy Dimitrov), pero se inclina por desechar que el mileicismo sea una de esas variantes.

De todos modos, advierte que la calificación puede ser transitoria.

En otro artículo publicado en el mismo medio, Gustavo González rechaza la calificación de “nazi” para el gobierno de MIlei porque su programa no es nacional ni estatista (características que el autor marca como esenciales en el régimen hitleriano). En relación con el fascismo, se limita a decir que “las distancias son similares”. De modo similar, Eduardo Fidanza desacreditó las calificaciones del mileicismo como “fascista” a partir de la endeblez física de las autoproclamadas “Fuerzas del Cielo”.

Detrás de esas objeciones subyacen diferentes definiciones de “fascismo”, características que el gobierno de Milei no exhibiría y que serían esenciales para la condición de facho.

En contraposición con esas miradas, me parece interesante y jugoso retomar a Umberto Eco, quien en su libro (transcripción de una conferencia) “Contra el Fascismo” señala que el fascismo carece de una filosofía, y que bajo esa denominación caben grupos y regímenes muy dispares, incluso contradictorios.

Eco elaboró un listado de 14 características que, según él mismo expresa, se contradicen entre sí y varias forman parte de otras formas de despotismo o fanatismo. Pero advierte que la presencia de una sola de ellas puede “hacer coagular una nebulosa fascista”.

No se trata, entonces, de una “check list” que debe cumplirse, sino un catálogo que busca servir como advertencia.

Las 14 características y el gobierno de Milei

Eco no le puso nombre a esas caracteristicas, sino más bien las desarrolló brevemente dando una idea de qué se trata cada una. El detalle puede leerse en castellano en la web del medio español Contexto (CTXT).

En forma resumida, los atributos considerados por el semiólogo italiano son:

Resumen de las características del fascismo

Visto así, puede que el listado no suene inmediatamente muy relacionado con el mileicismo. Sin embargo, tomando en cuenta las explicaciones del texto de Eco, es muy claro que existen varios aspectos que están presentes -con mayor o menor nitidez- en el gobierno argentino actual.

Cuando habla de “Rechazo a la modernidad” e “irracionalismo”, Eco apunta a la devoción por la tecnología en simultáneo con la exaltación del pasado, de valores tradicionales. En el caso de LLA, Milei elogia y se encandila con la Inteligencia Artificial, cuando en simultáneo ataca al consenso científico en torno al cambio climático (y el factor humano en él), o adopta como verdad incuestionable una mirada biológica simplista respecto del sexo y el género, aunque la investigación científica sobre el tema revela realidades muy diferentes (véase, por ejemplo, Sex Redefined, de Claire Ainsworth, publicado en Nature en 2015).

El atributo n°3 aparece de manera palpable en espectro libertario y en sus seguidores: el rechazo al mundo intelectual, la fantasía de la “universidad, guarida de comunistas” (tal como refiere Eco y Milei alucinó en discursos oficiales) o la sistemática descalificación hacia las ciencias sociales, dan cuenta de esa repulsa violenta.

En el ítem siguiente, Eco apunta a la intolerancia al disenso, al punto de considerar que “el desacuerdo es traición”. La forma en que despidió a diversos funcionarios (como la ex canciller Diana Mondino o más recientemente al ex ministro Rodolfo Barra) no dejan duda acerca de la falta de aceptación de criterios o puntos de vista diferentes.

Respecto del punto 5, en el mundillo oficialista el racismo es habitual y explícito. Así lo revelan expresiones como las de Fijap, quien aplaudió el asesinato de una persona porque -en sus palabras- lo merecía por “marrón e incivilizado”. También es habitual la apelación a supuestos peligros provenientes de grupos diferentes, como las alucinaciones promovidas en torno a los mapuche. Esa promoción consolida también la xenofobia (punto 7), aunque no dirigida contra todo extranjero si no sólo contra los de países cercanos, especialmente si se trata de personas sin recursos económicos.

La característica 12 es, quizás, una de las más evidentes. En torno al gobierno de Milei se reúnen referentes contrarios a los derechos de las mujeres y disidencias, al punto que el propio presidente niega las diferencias en la remuneración entre los géneros (en otro ejemplo de anti intelectualismo) y su ministro de justicia se niega a reconocer la incidencia del género en hechos penales. En el texto de Eco se alude a ese machismo endémico como “desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de las costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad”.

Finalmente, el origen del triunfo de Milei y de la persistencia de un sector que lo defiende, encaja en la característica n°6, la apelación a una clase media frustrada (por la inflación, por las crisis recurrentes, etc.)

Este artículo no pretende zanjar el debate ni mucho menos. Pero me parece esencial que, más allá del nombre que le demos, acordemos en que el actual gobierno muestra autoritarismo y violencia crecientes y que aunque no haya un partido único ha conseguido que supuestos opositores se comporten casi como tropa propia. Tampoco puede dejarse de lado la casi unanimidad de medios en favor del gobierno, que tal vez no sea tan evidente en un recuento de medios tradicionales, pero donde las redes sociales ejercen segmentación y censura efectivas, perpetrando la reproducción casi exclusiva de los discursos dominantes,

Sea que le llamen fascista o no, la cuestión es definir si la gravedad del poder mileicista, y las perspectivas de profundización de ese escenario, ameritan actuar de modo más firme y amplio.

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